El presidente Biden partió este domingo hacia El Paso, Texas, donde evaluará las operaciones de control fronterizo y se reunirá con funcionarios locales.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, busca demostrar que la migración es una prioridad para su administración y así, también, estrechar relaciones con la patrulla fronteriza que podría darle otra oportunidad de presionar al Congreso para aprobar nuevas leyes que ayuden a encontrar una solución en la crisis migratoria.
El jueves pasado Biden anunció nuevos planes para frenar la entrada de inmigrantes cubanos, haitianos y nicaragüenses en la frontera entre Estados Unidos y México, ampliando el rango de las nacionalidades de migrantes que pueden ser expulsados a México.
Pero el control de la Cámara de Representantes por parte de los republicanos bloquea esencialmente las perspectivas de cualquier arreglo legislativo, lo que deja a Biden con pocas opciones.
“El viaje supone el reconocimiento de que se trata de un asunto serio, con dificultades reales, pero que sólo se resolverá con la ayuda de los republicanos”, comentó Karen Finney, consultora demócrata.
Biden se reunirá en la frontera con funcionarios locales y líderes comunitarios, y evaluará las operaciones de control fronterizo en El Paso, Texas, donde el alcalde demócrata declaró el estado de emergencia debido a que cientos de migrantes duermen en las calles a bajas temperaturas y otros miles son detenidos cada día.
Tras la visita a El Paso, Biden viajará a México para reunirse con el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en el marco de la Cumbre de lídere de América del Norte, donde también se hablará de la migración irregular.
Las autoridades fronterizas estadounidenses detuvieron a un número récord de 2,2 millones de migrantes en la frontera con México en el año fiscal 2022, que terminó en septiembre, aunque esa cifra incluye a personas que intentaron cruzar varias veces.
La situación llevó a Biden a tomar medidas para frenar la migración irregular, primero emitiendo restricciones para los venezolanos, y ahora ampliándose para cubanos, nicaragüenses y haitianos. Activistas de derechos humanos y algunos demócratas dicen que las nuevas restricciones son un retroceso de la promesa de campaña de Biden en 2020, cuando prometió restaurar los derechos históricos de los solicitantes de asilo.
“Escuchen a la gente de este lado”: Migrantes en México
Julio Márquez es un inmigrante venezolano que vende piruletas cerca de la frontera en la norteña ciudad mexicana de Ciudad Juárez, sosteniendo un cartel de cartón donde se lee: “Ayúdanos con lo que te salga del corazón”.
Es el mismo mensaje que envía al Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, previo a su visita a la ciudad texana de El Paso, justo al otro lado de la frontera.
“Esperamos que nos ayude, que nos deje pasar, ya que estamos sufriendo mucho aquí en México”, comentó Márquez, de 32 años. “Tiene que escuchar a la gente de este lado”, agregó.
Márquez aseguró que él y su pareja, Yalimar Chirinos, de 19 años, no cumplen los requisitos para el nuevo programa de entrada legal porque carecen de un patrocinador estadounidense.
“Están cambiando las leyes constantemente, cada semana”, afirma Chirinos. La pareja lleva cinco meses en México tras cruzar varios países y la peligrosa selva del Darién, entre Colombia y Panamá. Por la noche duermen en la calle, sin tienda de campaña ni mantas, abrazados unos a otros para mantenerse calientes, temerosos de los delincuentes conocidos por robar y secuestrar a inmigrantes.
Protestan por nuevas medidas migratorias
El sábado, cientos marcharon por las calles de El Paso para reclamar por las nuevas medidas migratorias. Cuando la manifestación llegó a un grupo de migrantes afuera de una iglesia, les cantaron “Los buenos somos más” o “Los buenos superan en número a los malos”.
Alrededor de 300 migrantes se han refugiado en las aceras de la Iglesia del Sagrado Corazón, y algunos temen buscar refugios más formales en medio de las nuevas restricciones.
Esta es la escena que recibirá Biden en su primera visita a la frontera sur el domingo. Juan Tovar, un migrante venezolano que cruzó ilegalmente a EE. UU. evadiendo a la patrulla fronteriza, aseguró que “no todos somos malas personas y la mayoría de nosotros vinimos aquí para encontrar un futuro para nuestros hijos”.
La administración de Biden aseguró que admitiría hasta 30.000 migrantes por vía aérea procedentes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela cada mes bajo un nuevo programa temporal de “libertad condicional humanitaria”, con la condición de tener un patrocinador estadounidense.
Una medida que hace que obtener un visado puede ser un proceso largo y costoso que no siempre está al alcance de las personas más vulnerables.